Crisis Económica Japonesa y La Nueva Crisis Mundial de Deuda.
- Marcos Preciado
- hace 7 días
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Esta semana, el primer ministro japonés Shigeru Ishiba ha emitido declaraciones alarmantes sobre la situación fiscal y económica del país. Una de sus declaraciones más sonadas en los medios internacionales es que Japón se encuentra en una peor situación que la crisis de la deuda griega de 2009, la cual tuvo repercusiones económicas en toda la Unión Europea en su momento. Estas declaraciones destacan los riesgos de financiar recortes impositivos mediante deuda pública, en un marco nacional de aumento de los tipos de interés y debilitamiento económico. Ishiba, además, enfatizó la necesidad de prudencia fiscal y se negó a la idea de financiar recortes fiscales con deuda.
Japón posee una de las deudas públicas más altas del mundo desarrollado, alcanzando aproximadamente 8.84 billones de dólares en enero de 2025, lo que representa el 263% de su Producto Interno Bruto. De esta deuda, el Banco Central Japonés posee el 43.3% de la misma. Este elevado nivel de endeudamiento ha sido motivo de enorme preocupación, especialmente en el contexto de la crisis económica, la volatilidad e incertidumbre en los mercados sobre la capacidad del gobierno para gestionar su deuda.

El martes 27 de mayo de 2025, los rendimientos de los bonos japoneses a largo plazo (40 años) experimentaron una caída significativa tras los informes del Ministerio de Finanzas, que podría reducir estos bonos, los cuales están valorados en 500 mil millones de yenes (3.5 mil millones de dólares). Cayeron 24 puntos básicos a 3.295%, después de haber alcanzado un máximo histórico la semana anterior de 3.675%, reflejando la preocupación por la salud fiscal de Japón y la disminución de la demanda de inversionistas tradicionales, como las aseguradoras de vida.
El Banco de Japón ha adoptado una postura cautelosa en su política monetaria. En enero subió su tasa de interés oficial a corto plazo del 0.25% al 0.5%, marcando su primer aumento desde julio del año anterior y su nivel más alto en 17 años. En mayo mantuvo su tipo de interés en 0.5%, a pesar de la contracción del 0.2% en la economía japonesa del primer trimestre. Además, el Banco de Japón recortó a la mitad su previsión de crecimiento del PIB de 2025, debido al impacto de la guerra comercial y otros factores externos.

Japón ha enfrentado desafíos relacionados con la deflación durante décadas, especialmente después del colapso de la burbuja de activos en la década de 1990. A pesar de los esfuerzos del Banco de Japón, la deflación ha persistido como un problema económico significativo, y a pesar de que en marzo de 2024 se puso fin a la era de las tasas de interés negativas, los efectos de la deflación aún se sienten día a día en la economía, el crecimiento económico y la estabilidad financiera.
En marzo de 2001, el Banco de Japón adoptó una política de flexibilización cuantitativa para combatir la deflación y estimular la economía. Esta política implicó la compra masiva de activos financieros para aumentar la base monetaria y fomentar el crecimiento económico y la reducción de las tasas de interés. La expansión cuantitativa se mantuvo hasta 2006 y sentó un precedente para futuras intervenciones monetarias. Sin embargo, pese a estos esfuerzos, la deflación persistió, y la economía japonesa continuó enfrentando desafíos significativos.

El país nipón enfrenta un fuerte dilema entre imprimir más dinero para estimular la economía, a expensas de aumentar la inflación en un grado preocupante, o subir las tasas de interés para controlar la inflación, a expensas de ahuyentar a inversionistas y accionistas internacionales. Cada opción tiene implicaciones significativas para la economía, y el Banco de Japón debe equilibrar cuidadosamente sus próximos movimientos para no generar una situación financiera aún más inestable que la actual.
Posible Impacto Global: ¿Puede la Crisis Japonesa Arrastrar al Resto del Mundo?
Este fenómeno respecto a la tensión de los mercados financieros en Japón no es un fenómeno aislado del resto del mundo, y menos en la etapa actual de la globalización financiera. Si bien Japón se encuentra económicamente con unas condiciones materiales muy específicas, como el alto nivel de deuda pública interna y una prolongada época de deflación, Japón es la cuarta economía más grande del mundo, solo por detrás de Estados Unidos, China y Alemania. Además, es el mayor tenedor de activos externos netos y uno de los jugadores clave en los sistemas financieros internacionales.
La reciente pérdida de confianza de los inversionistas en los bonos de deuda de Japón refleja gravemente la repentina alza de la rentabilidad y la dificultad del gobierno para colocar deuda a largo plazo, lo cual podría ser una gran señal de una posible crisis económica, similar a la crisis de la deuda europea. Un desequilibrio fiscal japonés podría tener repercusiones alarmantes en los mercados de capitales globales, especialmente en un contexto de bajo crecimiento económico en la Unión Europea, recesión en Alemania, guerra arancelaria global, repercusiones de conflictos armados en África, Medio Oriente y Europa Oriental, economías desarrolladas que aún se encuentran débiles por los efectos de la inflación posterior a la pandemia, y dependencia excesiva de estímulos fiscales.
Gracias al llamado “carry trade”, Japón es uno de los principales centros financieros globales, debido a la estrategia de tomar dinero prestado a tasas bajas, como en Japón, para invertirlo en activos de mayor rendimiento en otros países. Si el Banco de Japón continúa subiendo las tasas de interés, podría desencadenar una repatriación masiva de capitales japoneses, generando una gran volatilidad en monedas emergentes y mercados de deuda internacionales. Países con grandes deudas y fuerte dependencia de capitales externos, como Brasil, Sudáfrica y Turquía, podrían sufrir una depreciación brusca de sus respectivas monedas y fuertes picos de inflación.
Esta pérdida de interés por los bonos de deuda japoneses podría incentivar a muchos inversionistas a interesarse en otros grandes emisores de deuda pública, como Estados Unidos o Italia, generando una crisis de confianza y aumentando los costos de financiamiento a nivel mundial. La dependencia mutua de los bancos centrales tiene un peso importante en este fenómeno. Si el Banco de Japón se ve obligado a inyectar liquidez masivamente o a endurecer su política monetaria, podría provocar una volatilidad en los rendimientos globales, provocando cierta descoordinación entre las principales economías globales. Debido a todos estos hechos y datos recientes, un colapso de la confianza podría provocar un efecto en cadena muy similar al que se vivió en 2008 tras la quiebra de Lehman Brothers.
En resumen, esta crisis de confianza financiera originada por las crisis económicas internas previas en Japón tiene el enorme potencial de irradiarse al resto del mundo, principalmente en los canales financieros, comerciales y monetarios. Si el gobierno de Japón y el Banco de Japón no logran recuperar la confianza de los inversionistas, la credibilidad fiscal y estabilizar las proyecciones económicas, los impactos podrían sentirse en todo el mundo, pasando por los mercados asiáticos, Wall Street, Frankfurt y mercados emergentes como los BRICS. Por lo tanto, en un mundo hiperconectado, globalizado y financieramente frágil, ningún fenómeno económico es local.

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